Más de dos mil años de historia conforman el rico patrimonio de Tortosa. La ciudad está declarada Conjunto Histórico.
Rodeada por el macizo de Ports de Tortosa-Beseit y las sierras de Cardó y del Boix, justo donde el Sistema Ibérico enlaza con la Cordillera Prelitoral Catalana, su territorio se dispone formando un valle que prolonga la fertilidad de sus huertas hasta encontrarse con la singularidad paisajística de los arrozales del delta. La cordillera de la derecha, una ramificación del sistema central, es muy escabrosa y alcanza alturas superiores a los mil metros. En cambio, la de la izquierda, prolongación de la de Cardó, acaba en el Collado de Santa Catalina y presenta elevaciones muy inferiores. Ambas flanquean el término municipal y van paralelas al curso del río. El valle es sensiblemente horizontal y sólo hay una diferencia de niveles de 7 metros en la distancia de 30 kilómetros que la separa de la desembocadura. Esta privilegiada situación geográfica fue el motivo que propició los primeros asentamientos humanos, ya que el Ebro -el río más caudaloso de la Península Ibérica- permitió una subsistencia muy generosa a sus habitantes.